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La basura espacial es un serio problema que tiene varios años preocupando a las agencias espaciales, pero ¿de qué cantidad de basura estamos hablando? Aquí repasamos las últimas estimaciones al respecto.
A 60 años del lanzamiento del Sputnik 1, el satélite que hizo despegar la carrera oficial, la humanidad ha cambiado por completo y también el espacio. Literalmente.
Aunque se reconoce la importancia de la exploración espacial, de los servicios que proveen los satélites, así como las investigaciones que se realizan en la Estación Espacial Internacional y demás artefactos que son enviados al espacio en las más diversas misiones, una cosa es cierta: estamos rodeados (las órbitas terrestres) por basura espacial debido a los procesos que se requieren para colocar dichos artefactos en funcionamiento (también por otras razones que veremos más delante).


Estimaciones actuales indican que en el espacio se encuentran millones de fragmentos que orbitan la Tierra y que su peso alcanzaría las 5,000 toneladas. Estas inmensas cantidades han puesto los focos rojos de las agencias espaciales y programas de limpieza y sustentables se han vuelto más que necesarios.
No todos los fragmentos de basura espacial son iguales y de esto también se ha hecho una estimación de acuerdo a su tamaño:


29,000 de tamaño mayor que 10 cm
670,000 de tamaño mayor que 1 cm
170 millones de tamaño mayo que 1 mm

La preocupación por la basura espacial se debe a que puede comprometer tanto futuras misiones como satélites, artefactos y la misma Estación Espacial Internacional. La ESA estima que la colisión de sólo un objeto de 10 cm contra un satélite puede "ser catastrófico" y que la EEI puede verse comprometida con objetos de tan sólo 1 cm.
En julio del 2016 la NASA informaba los avances de un proyecto de análisis de la basura espacial en donde se expuso una cubierta de la EEI a lo que denominan como MMOD (Micrometeoroid and orbital debris, en español: Micrometeoroides y escombros orbitales). Dicha cubierta permaneció en la EEI durante julio del 2013 a febrero del 2015, luego fue devuelta a la Tierra en el SpaceX CRS-6. En los laboratorios de la NASA fue analizada y se encontraron que al menos 26 MMOD impactaron la cubierta. El mayor daño fue de 1.2 mm de diámetro y aunque la cubierta no fue penetrada sí ayudó a dimensionar la situación.


Análisis de los impactos de debris en la cubierta de la EEI
Si bien es cierto que la carrera espacial la inició el lanzamiento del Sputnik 1, este terminó sus días quemándose al entrar en la atmósfera terrestre. Así es, el riesgo de la basura espacial no sólo es para los artefactos y humanos en las órbitas terrestres, también lo es para la Tierra.
Se estima que la basura espacial más antigua pertenece al satélite Vanguard One, enviado en 1958. Un poco más anecdótico pero que igualmente se sumó a los artefactos que se encuentran orbitando la Tierra es la cámara que perdió el astronauta Michael Collins durante la misión Gemini 10.

No toda la basura espacial se debe a las operaciones necesarias para las misiones o son satélites en desuso. Alguna de ella se hizo por motivos distintos, incluso "a propósito". Y es que los fines de la carrera espacial no sólo se debían a un interés científico, así que, durante los años sesenta y setenta tanto Estados Unidos como la Unión Soviética realizaron pruebas de armas antisatelitales.

El 13 de septiembre de 1985 Estados Unidos destruyó el satélite Solwind utilizando un misil. El 11 de enero de 2007 China destruyó un viejo satélite suyo de investigación climática. También Estados Unidos destruyó el satélite de reconocimiento USA 193 que presentaba mal funcionamiento el 21 de febrero de 2008. Así es, todo esto se convirtió en basura espacial.
Toda la basura espacial mencionada está presente en las diversas órbitas terrestres y requieren medidas distintas para recolectarlas pues cada tipo y tamaño tienen características (y riesgos) diferentes. Dependiendo de su órbita, pueden rosarse o colisionar entre sí a velocidades de hasta 17 km por segundo. Así pues, se han vuelto necesarios programas para recolectar este peligro invisible y reducir los riesgos para las misiones y artefactos necesarios para la vida diaria en la Tierra.

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