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El dedo meñique de Carlos V, conservado en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ayudó a resolver un misterio de la historia de España.
Cuando era apenas un adolescente, Julián de Zulueta contempló asombrado la imagen publicada por un diario francés en la que se veía a un miliciano abrazado a una momia bien conservada, que mantenía la barba y los ojos abiertos. Corría el año 1936 y el joven vivía por aquel entonces fuera de España, ya que su padre, Luis de Zulueta, antiguo ministro de Azaña, era embajador de la República. La fotografía conmovió de inmediato al madrileño, que siempre relacionó a la momia con los restos del rey Carlos V, según contó al periódico El País. Lo que no imaginaba Zulueta era que aquella instantánea le acabaría proporcionando la pieza clave para resolver uno de los grandes misterios de la historia española.
La momia, que mantenía la barba y los ojos abiertos, pertenecía al monarca Carlos V


Pasada la Guerra Civil, la familia Zulueta se exilió a Colombia, donde el joven estudió Medicina en la Universidad de Bogotá. Tras completar sus estudios de posgrado en la Universidad de Cambridge y en la London School of Tropical Medicine and Hygiene, Julián se especializó en enfermedades tropicales, trabajando primero para la Fundación Rockefeller y después para la Organización Mundial de la Salud. Allí, como epidemiólogo, se encargó de dirigir varias campañas contra la malaria en países de Asia, África, Europa y América. Su pasión y dedicación dejaron huella, hasta el punto de que Julián de Zulueta era recordado por los dayak de Borneo como "Tuan Nyamok", traducido al castellano como "el Señor de los Mosquitos".
Wikimedia
Ya jubilado, tras lograr la erradicación del paludismo en Pakistán y Afganistán, el médico siguió el camino emprendido por sus antepasados. Hijo de un antiguo ministro de Azaña y sobrino del socialista Julián Besteiro, Zulueta consiguió ganar las elecciones municipales de Ronda en 1983, convirtiéndose en alcalde de esta pequeña ciudad malagueña, conocida por el majestuoso e impresionante puente situado sobre la garganta del Tajo. El médico ostentó el bastón consistorial hasta 1987, pero su retiro no le apartó de la actividad investigadora a la que había dedicado buena parte de su carrera. En los ochenta, Julián leyó el trabajo de un colega estadounidense que afirmaba haber podido trabajar con tejidos momificados, rehidratándolos. Fue entonces cuando su alma de médico salió a relucir de nuevo, recordando aquella imagen que tanto le había impactado en su juventud.
El permiso de Juan Carlos I
Aunque falleció en Yuste, en el corazón de la comarca extremeña de La Vera, los restos de Carlos V se conservan hoy en día en el Panteón Real del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid). La momia, que también fue inmortalizada en una fotografía de Jean Laurent archivada por el Museo del Prado, podía ser estudiada gracias al método creado por el colega estadounidense de Zulueta. El médico tenía pensado trabajar con los restos reales con el fin de determinar la causa de su fallecimiento. Pero los análisis no iban a ser tan sencillos como él imaginaba. El permiso del por entonces monarca Juan Carlos I era obligatorio para sacar el cadáver del monasterio; sin embargo, el rey emérito no quiso exhumar al emperador de la Casa de los Austrias.

Julián de Zulueta, conocido como "el Señor de los Mosquitos", intentó convencer a Juan Carlos I para exhumar el cadáver del sarcófago, sin éxito

Decepcionado, Zulueta creyó que jamás podría cumplir su última misión como científico. Un día, mientras paseaba por El Prado, oyó una voz que le llamaba. "'¡Julián, pero hombre! Si llevo acordándome de ti todos estos días!", exclamó el responsable de Patrimonio Nacional, según contó por aquella época El País. El encargado había descubierto que en el interior de una pequeña urna del monasterio de San Lorenzo de El Escorial se conservaba la última falange del meñique de Carlos V. Según la leyenda, el marqués de Villaverde consiguió el trozo del dedo del monarca tras la Revolución de la Gloriosa, mientras los demás restos permanecen todavía hoy dentro del sarcófago. La conservación de la minúscula reliquia fuera del Panteón Real abría de nuevo la puerta a la anhelada investigación, aunque Zulueta, ya jubilado, no disponía de los medios técnicos adecuados.

José Luis Filpo (Wikimedia)
Fue entonces cuando entró en escena Pedro Alonso, otro de los grandes científicos españoles dedicados a la lucha contra el paludismo. El investigador, que dirige actualmente el Programa Mundial contra la Malaria de la OMS, decidió unirse a la propuesta de Zulueta tras inspeccionar él mismo, bajo la supervisión de un monje, la falange del meñique de Carlos V. La reliquia viajó de Madrid a Barcelona envuelta en el cofre original de terciopelo rojo a bordo de un furgón fúnebre, que la trasladaría hasta el Hospital Clínic de la Ciudad Condal. Cinco siglos después de su muerte, los científicos emplearon diversas técnicas paleopatológicas para analizar en detalle el dedo del rey. Así pudieron confirmar por primera vez que, efectivamente, Carlos V sufría terribles dolores como consecuencia de la gota que padecía. Los resultados fueron publicados en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine. Esta patología es un tipo de artritis que aparece cuando el ácido úrico se acumula en la sangre provocando la formación de cristales y la posterior inflamación de las articulaciones.
El hallazgo del dedo meñique en una pequeña urna del Monasterio de San Lorenzo permitió revelar la verdadera causa de la muerte del rey Carlos V

"Nuestros descubrimientos son relevantes en dos aspectos. Primero, la detección de cristales de urato en tejido momificado representa un hallazgo excepcional en paleopatología", comentaron los autores del trabajo. El equipo dirigido por Zulueta también destacó que los estudios de la falange mostraban "la gravedad extrema de la enfermedad artrítica del emperador". Fue la primera vez que se confirmó biológicamente la patología que nos habían enseñado en las clases de Historia, según explica la Sociedad Valenciana de Reumatología. Pero no fue el único misterio que resolvió la investigación sobre el dedo meñique del rey. Un segundo trabajo, publicado en la revista Parassitologia, reveló por qué murió Carlos V. Los análisis microscópicos de los restos demostraron que el monarca falleció por culpa de la malaria, una enfermedad provocada por el parásito Plasmodium falciparum que se transmite por la picadura del mosquito Anopheles. La patología, que afecta anualmente a más de 216 millones de personas en todo el mundo, también atacó al monarca, cuyo meñique ayudó a descubrir la verdadera causa de su fallecimiento hace casi 500 años.

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