No sé si les habrá pasado, pero cuando me compré la primer PlayStation la adquirí sin la tarjeta de memoria y, como había comprado el Resident Evil (quizás el mejor juego de zombies que existió desde la creación de la humanidad) dejaba la consola toda la noche prendida hasta que me levantaba al otro día y volvía de la escuela para no tener que empezar desde cero. Después ese martirio se terminó cuando un día mi abuela desconectó la PlayStation para limpiar y yo, pocos segundos antes de decidir matarla,...